Un
grupo de universitarios donde yo estudiaba en aquel tiempo, nos concentraríamos
en el terminal de estaciones de buses, optamos por la Empresa de “León de
Huánuco” ante ello no compramos los pasajes con anticipación, teníamos
suerte porque había pocos asientos disponibles, ya era casi de noche, en grupo
de amigos nos poníamos a conversar, las chacotas y palomilladas eran de nunca
acabar.
Cuando
pasaba por “Tiqulio” mi cabeza sentía que quería explosionar, por momentos se
desvanecía mi cerebro, fueron 30 minutos en estado que sentía desfallecer. En
el trayecto del viaje me puse los audífonos en mis oídos escuchando esa hermosa
melodía de Víctor Manuel de Otuzco, “heridas del corazón” vaya que me quedé
privado de sueño.
Con
un clima fresco y un día cálido con una flora bastante bella, nos dio la
bienvenida la sierra de Huánuco. Nos dirigíamos a un restaurant muy cercano,
desayunamos jugo surtido, pan con queso algo ligero para continuar con el
respectivo itinerario. Con las maletas puesta en la vereda nos subimos en un
taxi que nos dirigía al hotel.
Nadie
de mis amigos, quería salir a pasear, estábamos hospedado en “Amarilis”, en un
hotel cercano la universidad nacional Hermilio Valdizán, bajé por las escaleras
del hotel donde estábamos instalados, tomé el primer taxi sin conocer a donde
me dirigía, con un maletín pequeño, que colgaba mis hombros llevaba una cámara
fotográfica como es de costumbre. Aun no llegaba al centro de Huánuco, No
sabía dónde bajaría, cuál vaya a ser mi próximo destino; pasé por un
puente con un atractivo estilo colonial donde pasaba bajo un río con agua
turbia; llegamos me dijo el conductor mientras estacionaba el auto.
Estuve
sentado en los banquillos que rodeaban la escultural pileta, que chispeaba agua
cristalina de la fuente de la plazuela y vi aquella señorita que tenía una
cámara en su mano haciendo lo mismo que hacia yo, se sentó; me acerqué a
saludarle, me llamo Jorab le dije, con un poco de tenebrosidad charlábamos todo
lo que había sido mi recorrido de haber llegado a este hermoso lugar de cielo
azulado.
Hay
algo que me quedó en mente esa frase que mencionó Angela “Disfrutemos de las
aventuras, que esto algún día será ayer” generalmente los viajeros
hablamos las cosas buenas que nos pasan, pero no hablamos las malas y es que en
cada ruta y no sabíamos lo que tenía que pasar, teníamos que estar preparados
para que nos pase lo inesperado.
Pero
cuando llega alguien y se apodera de tu mente, no podrás escapar fácilmente,
hasta que esa persona, decida soltarse.
Fue
Angela que decidió hacer este pequeño recorrido junto a los árboles inmensos
junto al rio; veía monumentos sobre leones, esto es en honor a los fundadores
de Huánuco que apellidaban León, ella tuvo que irse, me despedí sonrientemente,
me quedé encantado con su dejo huanuqueño, pues seguí mi recorrido escuchando
la canción de si te marchas de Max Castro, repetía una y otra vez.
“Cuando
uno viaja sólo, nunca esta sólo porque en el camino siempre encuentras gente
muy buena y eso fue preciso que me pasó la tarde de 28 de octubre”
La
cámara estaba en modo auto disparador, buscaba el ángulo perfecto para tomarme
foto ya que no había nadie que me fotografiase, por ratos era un “forever
alone” como un niño perdido haciendo locuras por las calles, cantando en voz
alta, vaya que era fabuloso. En una calle bien angosta se ubicaba el museo
de Huánuco, estaba tan ansioso por ingresar, me di con la sorpresa que no había
horario de atención disponible.
Regresé
al hotel, salimos almorzar en un restaurant, con mis compañeros de la
universidad Flavio, Betty, Jean e Iván; degustamos los ricos tacacho con
cecina, truchas, de bebida aguagina. En la concentración que tuvimos en la mesa
les comenté como era Huánuco en el turismo por lo que Angela me había
informado.
En
la tarde en grupo nos fuimos a dar un paseo por las ruinas de “Kotosh”, los
reflejos de los rayos del sol, la temperatura era palpitante, cruzamos un
pequeño rio "San Sebastian" por un puente colgante haciendo
nuestro ingreso. En un lugar conservado observamos frente a ello “Manos cruzados” resto
arqueológico, es considerado como uno de los templos más antiguos del
Perú y de América.
La
movilidad nos dirigía al centro de la ciudad recorriendo las vistosas calles;
llegamos a la plaza de armas, una fotografía junto a la iglesia católica,
legado del pasado colonia española era genial para el recuerdo; en el lugar
había una feria gastronómica y un centro artesanal, ingresamos para comprar
reliquias, kin kong, dulces, chocolates, etc.
Seguido
a ello nos fuimos a una laguna rodeada de pastos y árboles oriundos del lugar;
algunos patillos y aves suelen encontrase en ella.
La
noche en Huánuco siempre brilla, un panorama perfecto para una cena inolvidable
en el patio de comidas desde el moll de Real Plaza, un bello panorama
con destellos luminosos, teníamos una reunión de amigos de diferentes
partes del país en la “Discoteca kilombo” brindando por nuestra amistad;
Jean Bardales un gran amigo mostrando su original baile, José Marcelo, un gran
amigo agradecemos por el gran acogimiento por el grupo de Barranca que estuvo
en este evento realizado.
Antes
de irme a dormir pensaba que habría momentos que uno he de preguntarse;
entonces como vamos a volver a casa; recorrer mil caminos y que algún día
recordar el cielo azulado en un pueblo acogedor.
“Todo
será como lo desee,
después
me acuerdo que soy un pequeño hombre
que
creció valiente al amparo de un miedo”
Despejó la neblina lentamente hasta llegar el amanecer, nos despediríamos de
Huanuco y su cielo azulado.07-05-16
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